jueves, 26 de mayo de 2011

Diezmar vs Dar

La mayoría de las iglesias a las que he concurrido, enseñan con bastante énfasis, que los cristianos deberían “diezmar”, es decir, dar el 10% de sus ingresos a su iglesia. Incluso he llegado a escuchar a algunos ministros decir que ''si usted no diezma, Dios no lo bendecirá.'' ¿Qué dice la Biblia acerca del dar financiero?
 
“¿Qué dice la Biblia?” es siempre la pregunta básica en la vida, pero esa pregunta vital necesita un calificador: “¿A quién se lo dice?” La Biblia, la Palabra de Dios, ciertamente habla acerca del dar financiero, y se puede alegar con seguridad que es una de las cinco actividades más básicas de un cristiano. Las otras son la oración, lectura y estudio de la Biblia, congregarse con otros cristianos, y hablarles a otros las Buenas Nuevas acerca de Jesucristo.
La pregunta debe ser: “¿Qué dice la Biblia A LOS CRISTIANOS acerca del dar financiero?” ¿Por qué? Porque lo que Dios dice a los cristianos acerca del dar financiero es diferente a lo que Él dijo al respecto a los judíos del Antiguo Testamento. La triste noticia es que hoy en día muy pocos cristianos entienden la diferencia, y como resultado, muchos están viviendo innecesariamente bajo estrés emocional y financiero.
Y como ocurre con frecuencia cuando uno examina un asunto bíblico, esto nos lleva al tema de las administraciones en la Escritura. A menos que entendamos qué partes de la Palabra de Dios están escritas a los judíos, qué partes están escritas a los gentiles, y qué partes están escritas a los cristianos, no podemos entender ni aplicar sus verdades en nuestra vida diaria.
Actualmente estamos viviendo en lo que la Biblia llama la Administración del Secreto (Efesios 3:9), que comenzó el Día de Pentecostés (Hechos 2:1ss) y que concluirá con el Arrebato de la Iglesia (todos los cristianos vivos y muertos se reúnen con el Señor en el aire – 1 Tes. 4:13-18). El principal plan de estudios para los cristianos (es decir, gente renacida de la incorruptible semilla de Dios) se encuentra en las Epístolas a la Iglesia: Romanos, 1 y 2 de Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, y 1 y 2 de Tesalonicenses. Allí es donde debemos buscar para encontrar las instrucciones específicas de Dios para nosotros hoy en día, y el tema del dar financiero se encuentra en dos capítulos: 2 Corintios 8 y 9.
Además hay algunos versículos pertinentes en otras Epístolas, y el mensaje de las Escrituras a los cristianos es que debido a los logros obtenidos por Jesucristo, ya no vivimos bajo la Ley Mosaica, durante la cual se había instituido el diezmo y era obligatorio según la Ley. Por lo tanto, diezmar como mandamiento de Dios no se aplica hoy en día a los cristianos per se, pero el dar sí.
En este momento es importante distinguir entre diezmar y dar. Como miembro en particular del Cuerpo de Cristo, cada cristiano debe determinar en su propio corazón cuánto da y adónde asigna sus recursos entre sus hermanos y hermanas en Cristo (2 Co. 9:7). La metáfora usada en las Epístolas para alentar enfáticamente el dar material, es la de sembrar y cosechar – cuanto más siembra, más cosecha (2 Co. 9:6). “Diezmar” no se menciona nunca.
La base bíblica para dar es 'en respuesta a una bendición'. Bajo la Ley, los judíos debían dar de su producción, es decir, de lo que el Señor les había suplido. Así como la Palabra dice: “Amamos a Dios porque Él primero nos amó a nosotros”, del mismo modo damos porque Dios nos ha dado a nosotros. Cuando comprendemos lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo, y que las bendiciones materiales que tenemos vienen de Él, y que Él, a su vez, promete bendecirnos gracias a lo que damos, dar con alegría es un gozo.
Incluso en el Antiguo Testamento, los creyentes comprendían que cuando daban a Dios, ellos estaban abriendo una puerta, por así decirlo, para que Él, a su vez, los bendijera. Esto, por supuesto, sigue siendo verdad, pero la idea ha sido distorsionada por algunos cristianos que enseñan que uno debe darle a Dios antes de que Dios pueda bendecirlo a uno. Por lo tanto, demasiados cristianos están dando con el objeto de recibir. La verdad es que Dios siempre da primero.
Además, Él no específica cómo nos va a bendecir. Si sembramos, cosecharemos en consecuencia, pero tal vez no sea dinero por dinero, etc. Algunos cristianos se han desilusionado porque cuando dieron dinero a su iglesia, etc., no recibieron dinero a cambio. Tal vez incluso no hayan notado la bendición que Dios sí les dio. Cuando damos en respuesta a una bendición, y no con el objeto de recibir una bendición, podemos ser dadores alegres y complacidos.
Hacer conocer la verdad acerca de este asunto es fundamental, porque a la gran mayoría de los cristianos se le dice, y por lo tanto cree, que es la voluntad de Dios para ellos, que “diezmen”, lo cual significa que deben dar un décimo de lo que ganan. Muchos de los grupos cristianos más “fundamentalistas” son inflexibles acerca de esto, y acompañan esta exhortación con una advertencia de que si no se diezma, habrá consecuencias de distintos tipos, generalmente falta de prosperidad.
En muchos grupos, esto se ha transformado casi en una extorsión eclesiástica, donde los líderes de la iglesia, aprovechando el deseo sincero de las personas de hacer lo que Dios dice que es lo correcto, exprimen dinero de ellas. Tales líderes proclaman que según Dios, lo correcto es que usted dé por lo menos el diez por ciento de su ingreso - a la organización de ellos. Como resultado de tal presión, el dar financiero, para demasiados cristianos, se ha convertido en un acto mecánico y sin gozo, de “soborno” a Dios para evitar las consecuencias de no dar, y un intento por ganar Su favor (¡algo que ya ha sido logrado!).
Para muchos otros cristianos que alguna vez dieron con gozo, el dar financiero ya ni siquiera existe. Han dejado de hacerlo por completo, ya sea porque se cansaron de la presión que recibían, o porque no les alcanzaba el dinero, o porque veían que el dinero que daban era usado incorrectamente, y sienten que fueron estafados cuando dieron.
Ninguna de estas actitudes –dar sin alegría, o no dar nada- es bíblicamente correcta, y tampoco es la voluntad de Dios, y por lo tanto ambas son perjudiciales para un creyente. Esto cuadra con Juan 8:32, donde Jesús dijo que conocer la verdad por experiencia, o sea practicándola, nos hace libres. A la inversa, el error con respecto a la Biblia (la verdad), esclaviza a la gente. Y el dar financiero es una categoría en la que innumerables cristianos están siendo sometidos a la esclavitud que produce la culpa, y a angustias que no merecen.
Si siente que lo ya mencionado lo describe a usted, ánimo, porque puede ser liberado por la verdad de la Palabra de Dios. Y después también puede compartir con otros el tesoro que ha encontrado. En nuestro mundo de hoy, manejado por lo económico, el tener la correcta actitud acerca del dinero y lo material, es una enorme ventaja en la vida. Conocer y practicar lo que dice la Palabra de Dios acerca del dar financiero, le permitirá experimentar el gozo de dar, y permitirá a otros en el Cuerpo de Cristo experimentar el gozo de recibir, y por lo tanto cubrir sus necesidades, para que juntos podamos llegar con las Buenas Nuevas de Dios a un mundo moribundo.
Un estudio del Antiguo Testamento mostrará que el diezmo fue instituido como parte de la Ley Mosaica para Israel. Algunos cristianos mencionan Génesis 14 y/o 28, en un erróneo intento por probar que el diezmo fue instituido antes de la Ley Mosaica y que por lo tanto es aplicable a los cristianos hoy en día. Su razonamiento es que debido a que Abram dio el diez por ciento del botín de guerra a Melquisedec, y debido a que Jacob escogió diez por ciento como el monto que le daría a Dios por protegerlo en su viaje, es ésta la cantidad prescrita que Dios quiere que toda la gente Le dé. Este no es un razonamiento bíblico sólido.
El registro en Génesis 14 ocurre aproximadamente 2000 años después de Adán y Eva, y durante todos esos años no hay referencia bíblica del diezmo. Tampoco existe ningún registro de que Abram haya diezmado alguna vez, como resultado de alguna ley bíblica que así se lo exigiera, ¡y no nos cabe duda de que él estaba prosperando financieramente en su vida! Cuando realmente dio un diez por ciento, fue, no del incremento de su ganado vacuno y del rebaño, que era el diezmo establecido por la Ley, sino más bien de los botines de guerra que él había ganado al vencer a los ejércitos de la Mesopotamia.
En Génesis 28, Jacob le dijo a Dios que si Él lo protegía en su viaje, vistiéndolo y alimentándolo, trayéndolo de regreso a casa sin inconvenientes, él le daría a Dios un décimo de lo que tenía. Ese no era evidentemente el diezmo mosaico, el cual era un mandato ocurrieran o no esas cosas. Tanto Jacob como Abram dieron en respuesta a una bendición.
Aun cuando el diezmo fue específicamente instituido para Israel, nada se dijo acerca del mismo hasta comienzos del segundo año de su éxodo. Previamente, en Éxodo 25, para la construcción del Tabernáculo Moisés instruyó a los israelitas a dar “según su corazón les indicara”.
Con frecuencia usted escucha a los defensores del diezmo decir que seguramente los cristianos deben hacer por lo menos lo mismo que hicieron los judíos en el Antiguo Testamento, suponiendo que cada israelita daba el diez por ciento de sus ingresos. En este momento no podemos ampliar en detalle un estudio del diezmo, pero sepa que la idea de que cada israelita daba el diez por ciento de sus ingresos (y que por lo tanto cada cristiano debería hacer lo mismo), no es verdad.
Por ejemplo, si a un israelita le hubieran nacido menos de diez cabezas de ganado en un año, no se le exigía diezmar porque el requisito especificaba que sólo el animal número diez que pasara por debajo del cayado debía ser utilizado para diezmar (Levítico 27:32). Un granjero al que sólo le habían nacido ocho vacas, por lo tanto, estaba exento del diezmo.
Esencialmente, el diezmo se calculaba en base a animales y productos agrícolas, y se pagaba de acuerdo con ello (es decir, con el producto mismo). Si alguno no deseaba pagar su diezmo en productos agrícolas, y decidía dar dinero en su reemplazo, era penalizado y debía añadir una quinta parte de su valor estimado, al monto que pagaba (Levítico 27:31) Esta ley evidentemente no tenía intención de alentar el pago de diezmo en dinero.
El motivo principal del diezmo era mantener a los sacerdotes levíticos. Los levitas eran responsables de ministrar al pueblo, y se les prohibía ser propietarios de tierras, lo cual obviamente limitaba los modos en que podían ganar dinero. El plan de Dios era que su manutención proviniera de aquellos a quienes ellos ministraban, muy similar a las instrucciones de la Escritura para la Iglesia actual (1 Co. 9:1ss; Gál. 6:6ss, etc.). El diezmo además proveía bienestar a las viudas, huérfanos, etc.
Una de las razones por las cuales no existió la orden de diezmar hasta la Ley Mosaica, fue que hasta ese momento no había Tabernáculo (Tienda de Reunión), ni Templo, ni se exigían sacrificios regulares (los sacrificios diarios ordenados por la Ley requerían más de 700 animales por año), ni sacerdotes levíticos a los cuales mantener. Aun si existieran en la actualidad, ninguno de estos sería aplicable al cristiano.
¿Debería un cristiano diezmar hoy en día? Tenemos la libertad de dar 10% si así lo elegimos, pero no se nos ordena dar un porcentaje o monto específico. Lamentablemente, muchos cristianos que en algún momento fueron engañados, y que con frecuencia fueron emocionalmente presionados a diezmar, dejaron de dar por completo cuando aprendieron que el diezmo no es un requisito. 2 Corintios 9:6 y 7 dejan en claro que cuanto más generosamente “sembramos” con la actitud correcta, más abundantemente cosecharemos.
Para algunos creyentes que no ganan mucho dinero, dar con generosidad puede significar un monto bajo. Para otros, puede significar millones de dólares, y mucho más que el 10%. La situación de cada cristiano es diferente, y es por eso que Dios no nos exige montos específicos para dar, sino que nos permite tomar nuestras propias decisiones. Recuerden, somos “colaboradores” con Él, y Él ama trabajar con nosotros para determinar cuánto y a quién le daremos, y Él ama bendecirnos con más para que podamos dar más. Esa manera de dar es una característica emocionante de la vida cristiana.
Usted puede decir: “¿Y Malaquías 3:6-10? Allí dice que quienes no diezman están ‘robándole a Dios’ “. Esos versículos han sido utilizados innumerable cantidad de veces para empujar a los cristianos a dar, pero espere un momento – ¿A QUIÉN está escrito Malaquías? Pues, en el versículo 9 del capítulo 3 dice que “la nación entera” estaba bajo maldición. ¿Qué nación? ¿Perú, Colombia, Chile o Estados Unidos de América? No, el libro de Malaquías está escrito específicamente a la nación de Israel, y más específicamente a los sacerdotes (véase 1:6, 10-13; 2:1, 7 y 8) que estaban tratando muy mal al pueblo de Dios. Utilizar versículos de Malaquías como si estuvieran dirigidos a los cristianos, es, en el mejor de los casos, poco razonable, y en el peor de los casos, deshonesto.
¿Así que qué deberían hacer los cristianos con respecto al dar financiero? 2 Corintios 8 y 9 es el primer lugar al que debe ir para encontrar la respuesta a esa pregunta, y el corazón del mensaje en esos pasajes está expresado en 9:7: “Cada uno dé como propuso en su corazón, no con tristeza ni por obligación; porque Dios ama al dador alegre.” Si para usted es el diez por ciento, fantástico.
Más allá de eso, la Escritura nos indica dar a aquellos que genuinamente están ministrando a nuestras necesidades espirituales. Cuando lo hacemos, estamos haciendo una saludable inversión (o sea sembrando), en un trabajo que está dando buenos frutos espirituales. Aunque no se puede ayudar a todos los que nos lo piden, se nos alienta también a dar a aquellos que están necesitados, y podemos pedirle al Señor que nos dé sabiduría para hacerlo.
Para un cristiano, dar de corazón tiene que ver con saber que tenemos un Dios grande y maravilloso, y además, con entender quiénes somos en Cristo. Hablando de la actitud de los creyentes en Corinto con respecto al dar financiero, Pablo dijo: “Y superando lo que esperábamos, se dieron primeramente ellos mismos al Señor y a nosotros, por la voluntad de Dios.” (2 Co. 8:5). Como cristianos, cada uno de nosotros ha sido “comprado por precio”. Nosotros (y menos aún nuestras posesiones materiales), ni siquiera pertenecemos a nosotros mismos. Cuando usted sabe que pertenece al Señor, y que todo lo que usted tiene le pertenece al Señor, y que Él es responsable por cumplir sus promesas para cuidar de usted, entonces puede ser verdaderamente un dador alegre.


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