miércoles, 18 de mayo de 2011

La Pena de Muerte XI: Apéndice A - Textos Mal Aplicados


Aquellos que se oponen a la pena de muerte con frecuencia utilizan versículos de la Biblia para tratar de fundamentar su postura. Esto es efectivo sólo ocasionalmente, por varias razones. En primer lugar, no muchas personas tienen un profundo conocimiento de la Biblia, y por lo tanto están expuestas a ser persuadidas por un versículo que se cita fuera de contexto. En segundo lugar, algunos versículos no están traducidos tan claramente como debieran, tal como el mandamiento "No matarás" que expusimos anteriormente. En tercer lugar, ocasionalmente hay costumbres involucradas en una sección de Escritura, que empañan el significado del versículo que hoy en día leemos. Esto es sin duda lo que ocurre con las referencias a "dar la otra mejilla". En cuarto lugar, la gente no conoce ni entiende realmente el concepto bíblico del amor. Dios es amor y Él es amoroso, sin embargo Él es el que comandó la pena de muerte. 
Esta sección trata los versículos y los conceptos que con frecuencia han sido mal utilizados en un intento por decir que Dios y la Biblia están en contra de la pena de muerte.
1 Samuel 26:8-11 (No extender la mano contra el ungido de Jehovah)
Las personas que apoyan la idea de que Dios debería ser quien castigue a los homicidas, con frecuencia se refieren al registro de David y Saúl, en el que Abisai, unos de los hombres de David, quería matar al Rey Saúl, pero David se lo impidió.
1 Samuel 26:8-11
(8)
Entonces Abisai dijo a David: --¡Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano! Ahora pues, déjame que lo hiera con la lanza. Lo clavaré en la tierra de un solo golpe, y no tendré que darle un segundo.
(9)
David respondió a Abisai: --No lo mates, porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehovah y quedará sin culpa?
(10)
--Dijo además David--: Vive Jehovah, que Jehovah mismo lo herirá; o le llegará su día, y morirá; o irá a la guerra, y perecerá.
(11)
Pero Jehovah me libre de extender mi mano contra el ungido de Jehovah. Ahora pues, por favor, toma la lanza que está a su cabecera y la cantimplora de agua, y vámonos.
Esta sección de Escritura no se aplica a la pena de muerte. Saúl era una persona no piadosa, pero no había violado ninguna ley por la cual merecería ser ejecutado por David como a un delincuente. Más importante aún, David no estaba representando a las autoridades civiles, quienes, bajo las leyes de Dios, tenían la autoridad para aplicar la pena de muerte. Si David le hubiera quitado la vida a Saúl, esto nunca podría haber sido legítimamente llamado "aplicar la pena de muerte". En todo caso, David habría estado aplicando justicia por sus propias manos, lo cual está lejos de la voluntad de Dios. Se podría argumentar que David podría haber matado a Saúl y lo podría haber llamado defensa propia o guerra; sin embargo, David no necesitaba quitarle la vida a Saúl por ninguna de esas causas, y decidió no hacerlo.
Aunque tanto en la defensa propia como en la guerra hay ocasiones en las que matar es esencial para sobrevivir, también es cierto que hay ocasiones en las que existen otras opciones como tomar prisioneros o escapar. David no tenía escrúpulos para matar en la guerra, como lo demuestra ampliamente la Biblia. La historia de David y Goliat es bien conocida, y David peleó y mató a tanta gente para establecer su reinado, que Dios no le permitió construir el Templo. Dios le dijo a David:
1 Crónicas 22:8-10
(8)
pero vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo: "Tú has derramado mucha sangre y has llevado a cabo grandes guerras. No edificarás una casa a mi nombre, porque has derramado delante de mí mucha sangre en la tierra.
(9)
Pero he aquí, te nacerá un hijo que será un hombre pacífico, y yo le daré reposo de todos sus enemigos de alrededor. Ciertamente su nombre será Salomón, y en sus días yo daré paz y tranquilidad a Israel.
(10)
Él edificará una casa a mi nombre. Él será para mí, hijo; y yo seré para él, padre. Y afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre."
David no sólo mató durante la guerra, sino que también protegió a su reino cuando mandaba quitar la vida a los revoltosos buscapleitos, incluyendo a Joab (1 Reyes 2: 5-7) y a Simei (1 Reyes 2:8,9). Un estudio de la vida de David deja bien en claro que cuando perdonó la vida de Saúl, no fue porque David estuviera en contra de la pena de muerte, o de matar en la guerra. Génesis 9:6 aclara que el hombre debe aplicar la pena de muerte en caso de homicidio, y el resto de la Biblia corrobora esto. A medida que avance nuestro estudio, veremos que en ninguna escritura Dios declara que Él será el responsable de ejecutar a los delincuentes hasta que emita Su juicio final acerca de ellos. El lenguaje a través de toda la Biblia es que quien deberá hacerlo es el hombre. 
Mateo 7:1 (No juzguéis, para que no seáis juzgado.)
Una de las claves básicas para entender e interpretar la Escritura correctamente, es que ningún versículo de la Biblia puede contradecir otro versículo. Esta es una regla básica de interpretación. La Palabra de Dios, como él la dio originalmente, no contiene errores ni contradicciones. La Biblia es "verdad" y la verdad, por su misma naturaleza, no es contradictoria. Hay muchas escrituras claras que indican que los cristianos deben emitir juicio. Debemos juzgar tanto a las personas como a la doctrina, para vivir vidas seguras y conformes a Dios. Jesucristo entendió esto, y le dijo a sus discípulos y a la gente que juzgaran correctamente. "No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio." (Juan 7:24). Muchos otros versículos nos enseñan que debemos juzgar. 1 Corintios 2:15 dice: "En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo..."
Un estudio de los versículos sobre el tema de juzgar muestra que Dios espera que nosotros juzguemos a las personas y a la doctrina. Debemos juzgar doctrina para que hagamos lo correcto y para no ser llevados al error. Debemos juzgar a las personas para que nos podamos relacionar correctamente con ellas. Es común que la gente sea juzgada mal por otros. Con razón Cristo dijo que debemos "juzgar con justo juicio." Algunos versículos claros que nos indican que debemos juzgar a las personas incluyen:
  • 1 Corintios 5: 12 Pues, ¿por qué tengo yo que juzgar a los que están afuera? ¿No juzgáis a los que están adentro?
  • 1 Corintios 14: 24 Pero si todos profetizan, y entra algún no creyente o indocto, por todos será convencido, por todos será examinado {juzgado}.
  • 1 Corintios 6: 2 ¿O no sabéis que los santos {los creyentes} han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar pleitos tan pequeños?
  • 1 Corintios 6: 5 Para avergonzaros lo digo. Pues, ¿qué? ¿No hay entre vosotros ni un solo sabio que pueda juzgar entre sus hermanos?
Los cristianos debemos juzgar doctrina y personas. Si no lo hacemos, seremos llevados al error. Los profetas de antaño estaban constantemente reprendiendo a las personas por juzgar mal lo que estaba bien y lo que estaba mal a los ojos de Dios, y en las Epístolas a la Iglesia vemos cómo se reprende a los creyentes que no juzgaban correctamente acerca de lo que era verdad y lo que era error. Pablo le dijo a Timoteo que debía corregir, reprender y alentar a los creyentes, lo cual, por supuesto, implica juzgar (2 Timoteo 4:2). Los versículos acerca de juzgar doctrina y juzgar las ideas incluyen:
  • Lucas 12: 57 ¿Por qué no juzgáis vosotros mismos lo que es justo?
  • 1 Corintios 10: 15 Como a sensatos os hablo; juzgad vosotros lo que digo.
  • Hechos 15: 19 Por lo cual yo juzgo que no hay que inquietar a los gentiles que se convierten a Dios.
Si existen los versículos, incluso algunos hablados por Cristo mismo, que dicen que las personas deben juzgar, entonces ¿por qué hay versículos que parecieran decir que no debemos juzgar? La respuesta a esto la encontramos en los contextos de los versículos específicos. En Mateo, el contexto trata de aquellos que juzgan cuando están con la viga en sus ojos, la cual distorsiona su juicio. Quieren juzgar a otros, pero su juicio no es ni correcto ni justo. Hay otros versículos además de Mateo 7:1 que advierten con respecto a los juicios injustos. Cristo resumió su declaración sobre el juzgar en Mateo, diciendo: "Porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados" (Mateo 7:2).
Es imposible vivir sin emitir juicios. Cada padre juzga si tal o cual niñera es apta, si una maestra está siendo justa o no con un niño, o si el precio de algún producto es demasiado alto. Toda persona en el mundo de los negocios juzga a las otras personas - si están diciendo la verdad o mintiendo. Lo más importante es que cada persona debe emitir juicios acerca de sus creencias, porque Dios nos hará responsables por lo que creemos y por cómo actuamos.
No podemos evitar juzgar, y no deberíamos. Dios nos dio la capacidad de juzgar. Jesús relató una parábola acerca de un hombre que dio dinero (talentos) a tres de sus siervos. (Un talento equivale a más de mil dólares norteamericanos). Dos siervos usaron los talentos bien, y fueron recompensados. El tercero no usó el talento que le había dado su amo, sino que lo enterró. Cuando el amo regresó, no estuvo complacido, y dijo: "¡Siervo malo y perezoso!" (Mateo 25:26). Estas palabras deberían sonar muy fuertes en nuestros oídos. Dios nos proveyó de la capacidad de juzgar, y no Le estamos haciendo ningún favor cuando dejamos de usar las habilidades que Él nos dio. Si no emitimos los juicios necesarios para traer seguridad a nosotros mismos y a nuestras familias, estamos anulando nuestras capacidades, y sufriremos por ello.
Lucas 6:29 (Al que te hiera en la mejilla, preséntale también la otra.)
Este versículo no habla de la pena de muerte o de ningún otro tipo de delito civil o del castigo por los delitos. Es interesante notar que la gente que cita este versículo diciendo que no debería existir la pena de muerte, parece no captar que lo que el versículo está diciendo es que no debería existir ningún tipo de desquite. Si este versículo, tal como generalmente se lo entiende en el mundo cristiano, fuera aplicado universalmente al sistema de justicia criminal, no existirían más multas, o prisiones, ni siquiera servicio comunitario como penalidad. ¡Ciertamente ni los más liberales pueden creer que podemos tener una sociedad segura sin aplicar ninguna ley!
¿Por qué diría Cristo algo como "presentar la otra mejilla"? ¿Qué quiso decir? En la cultura bíblica, tocar o herir a alguien en la mejilla era un insulto. Era el equivalente, hoy en día, de insultar verbalmente a alguien. Jesús sabía que sus discípulos serían insultados, y que es inútil tratar de obtener "reparación" por un insulto. Así que instruyó a la gente a "presentar la otra mejilla", es decir, ignorar los insultos, y al presentar la otra mejilla, demostrar que uno está afirmado en sus creencias y acciones aún si eso significa que uno será nuevamente insultado.
Otros versículos de la Biblia muestran que golpear en la mejilla a alguien era un insulto:
Lamentaciones 3:30Dará la mejilla al que le golpea; se hartará de afrentas.
Job 16:10Contra mí han abierto su boca; con afrenta han golpeado mis mejillas.
Isaías 50:6Entregué ... mis mejillas... No escondí mi cara de las afrentas ni de los esputos.
Un maravilloso ejemplo de golpear la cara a modo de insulto ocurre en 1 Reyes. El rey israelita, Acab, estaba tratando de convencer al rey judío, Josafat, de unificar fuerzas con él y luchar contra los arameos. Acab trajo a un impresionante número de profetas los cuales predijeron éxito en la misión. Sin embargo, no había allí ningún profeta del verdadero Dios. Josafat insistió en escuchar a uno. Acab finalmente encontró un profeta de Yahweh, un hombre llamado Micaías, quien insultó a los otros profetas, primero burlándose de lo que habían dicho, y luego dando una profecía contradictoria - la cual, por cierto, se cumplió. Uno de los profetas falsos, un hombre llamado Sedequías, se sulfuró: "Entonces se acercó Sedequías hijo de Quenaana y golpeó a Micaías en la mejilla" (1 Reyes 22:24). Este no fue un ataque a la vida o al cuerpo de Micaías. Sedequías se sintió insultado por las palabras de Micaías, y le devolvió el insulto de un modo que fue perfectamente comprendido en la cultura. Micaías, como si estuviera obedeciendo las palabras de Jesús habladas unos 800 años después, ignoró el insulto de Sedequías y simplemente siguió hablando las palabras que Dios le pidió que hablara.
Los cristianos necesitan seguir el consejo del Señor y aprender a ignorar insultos sin arder de ira. También necesitamos conocer la cultura y las costumbres de la Biblia para que podamos interpretar tales versículos correctamente. El mandamiento de "presentar la otra mejilla" no se puede aplicar al sistema de justicia criminal y a la justicia aplicada por el gobierno en defensa de la sociedad, y tampoco tiene nada que ver con la defensa propia o con la guerra.
Mateo 26:52 (Entonces Jesús le dijo: --Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman espada, a espada perecerán.)
Este versículo condena la agresión intencional. No tiene nada que ver con la defensa propia o con el uso correcto del sistema de justicia criminal. Temprano ese día, Jesús le había dicho a sus discípulos que comprasen una espada si es que no tenían una. "Entonces [Jesús] les dijo: --Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela; y también la alforja. Y el que no tiene espada, venda su manto y compre una." (Lucas 22:36). Obviamente, Jesús no le diría a la gente en la tarde que fuera a comprar una espada si es que no tenía una, y luego a la noche enseñar que si usaban la espada que habían comprado morirían a espada. Hay una razón perfectamente buena para que Cristo dijera a sus discípulos que compraran una espada: defensa propia. Pedro, sin embargo, no estaba actuando en defensa propia cuando sacó su espada y la usó contra el sirviente del sacerdote. Las personas que habían llegado para arrestar a Jesús representaban a las autoridades de la época. Si la policía llega a su casa para arrestarlo a usted, aunque usted no haya cometido un delito, usted no estaría actuando en defensa propia si sacara un arma y comenzara una pelea con ellos. Para actuar legalmente, usted debería ganar su caso en la corte. Cuando Pedro sacó su espada e hirió la cara del sirviente del Sumo Sacerdote, estaba actuando fuera de la voluntad de Dios y fuera de las leyes de su tierra, y es ese el contexto dentro del cual surge la reprensión de Jesús. Lo que Jesús dijo no tiene absolutamente nada que ver con la defensa propia, la guerra, o el sistema de justicia criminal.
La policía y otras autoridades civiles establecidas por los gobiernos tienen la obligación de mantener un sistema de justicia social. Ellos "llevan la espada" para mantener una sociedad segura, y Dios los llama Sus "servidores". La Biblia declara: "Porque es un servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no lleva en vano la espada; pues es un servidor de Dios, un vengador para castigo del que hace lo malo." (Romanos 13:4).
Juan 8: 1-11 (El registro de la mujer que cometió adulterio).
El registro de la mujer que cometió adulterio es citado con frecuencia para mostrar que Dios perdonaba a los que cometían un delito, y que entonces eso es lo que debemos hacer en nuestra sociedad. Sin embargo, existen motivos para dudar que la mujer fuera realmente merecedora de la muerte. Es fácil demostrar que los líderes religiosos que la trajeron ante Jesús no estaban interesados en hacer justicia. En primer lugar, Jesús no era un juez en esa sociedad, especialmente no en casos de pena capital. Esa era tarea del Sanedrín, el consejo gobernante de los judíos. Por lo tanto Jesús no tenía autoridad para juzgar en este caso. En segundo lugar, los líderes religiosos estaban ellos mismos violando la Ley Mosaica al traer a la mujer sin el hombre con el que cometió adulterio. Moisés claramente había dicho que tanto el hombre como la mujer debían ser ejecutados. (Levítico 20:10 y Deuteronomio 22:22). Por todas estas razones Jesús sabía que esta era una trampa, un engaño, y que no era "justicia" en ningún sentido de la palabra, y la Escritura claramente declara esto (vers. 6).
Los judíos habían realmente tendido una sutil trampa. Los romanos les habían prohibido ejecutar a las personas (Juan 18:31), así que si Jesús decía que había que apedrear a la mujer, los judíos habrían arrestado a Jesús por violar la Ley Romana. Sin embargo, si Jesús decía que no había que apedrearla porque los romanos lo prohibían, entonces los judíos lo perseguirían por poner la Ley Romana por sobre la Ley Mosaica. Jesús salió de la trampa condenando la conciencia de las personas, lo cual en este caso fue más fácil debido a que estas personas conocían en sus corazones que estaban dispuestas a quitarle la vida a esta mujer sólo para atrapar a Jesús. Uno por uno la multitud se alejó hasta que no quedó ningún acusador. De acuerdo con la Ley Mosaica, debían existir testigos oculares si alguien era ejecutado. De hecho, los testigos deben tirar la primera piedra (Deuteronomio 17:6,7). Cristo concluyó con la mujer diciéndole: "Ni yo te condeno. Vete y desde ahora no peques más." Como Jesús no era un testigo, él, por ley, no podía condenar a la mujer. Sin embargo él sabía que ella estaba en problemas debido a su estilo de vida disipado, así que le advirtió que dejara su vida pecaminosa.
Una lectura cuidadosa de este registro, con una conocimiento de la Ley Mosaica y la Ley Romana vigente en ese momento, claramente revela que este registro no se refiere a si debe haber o no una pena de muerte hoy. Los romanos ejecutaron a muchos delincuentes durante la vida de Jesús, y no hay registros de que él haya intentado alguna vez intervenir en el sistema de justicia criminal de ninguna manera.
Romanos 12:21 (No seas vencido por el mal, sino vence el mal con el bien.)
Este versículo ocasionalmente es citado bajo la presunción de que la pena de muerte es mala y concediendo que el delincuente que sigue viviendo es "bueno". Sin embargo, como hemos venido demostrando a través de este estudio, es "bueno" obedecer a Dios, y Dios comanda la pena de muerte para los delincuentes. Es erróneo creer que "bueno" y "malo" son siempre términos relativos cuyos significados fluctúan de año en año y de cultura en cultura. Dios es el Creador del universo y el Autor de la vida, y Él es el quien define "bueno" y "malo" según se aplican a la humanidad. Dios dice que sus mandamientos son "santos, justos y buenos" (Romanos 7:12). Bíblicamente, es "malo" no obedecer los comandos de Dios, y es "bueno" obedecerlos. El hacer que una pena de muerte sea llevada a cabo con rapidez y justicia es "bueno" a los ojos de Dios. Si la sociedad administrara la pena de muerte de un modo conforme a Dios, mucha de la maldad en la sociedad sería entonces derrotada, y tendríamos más paz y seguridad.

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